Un beso a la Virgen del Rosario
Virgencita del Rosario
tu morada yo entré a ver,
por la pila del bautismo
acabado de nacer,
en mi corazón tan tierno
un altar hiciste en él
donde tu imagen reposa
como en buen pañal,
pero al pasar de los tiempos
mi corazón fue creciendo,
pero mi amor hacia vos
nunca fue disminuyendo.
Todo el pueblo de «Setiles»
por las sendas, campos y caminos
todos ellos son testigos
de que fui buen peregrino;
mis trinos y mis canciones
empuñando la mancera,
cantaba con mis pulmones
pa’ que en el cielo me oyera;
siempre fui correspondido
por el fruto de tu amor,
que Vos nunca le negáis
a todo buen sembrador.
Fue Claret un hombre inmenso
todo luz vida y amor,
eran sus labios un cráter
y un volcán su corazón;
todas las sendas de España
se ungieron con su sudor
era un ángel, e iba haciendo
la sementera de amor;
yo quisiera ser lo mismo
pero soy un pecador
ahora estoy en Sabadell
y aunque más duro el camino,
no por eso dejaré
ser el mismo peregrino;
que en mi garganta enganchada
y dentro mi corazón,
llevo conmigo la jota
y en ella va tu oración.
Cuando fui a Montserrat
a llevar aquel mensaje
que la virgen del Rosario me dio
y en mi corazón lo traje,
recé una oración despacio
que era una jota bravía,
de lo demás nada le dije,
la Virgen ya lo sabía;
porque los hijos de Setiles
cuando están ante un altar
abren todo el corazón
aunque no sepan rezar
Oh! Gran Virgen del Rosario
que tu manto celestial
cubre todo el universo
y tus hijos de Setiles
desde donde quiera que estén
te mandan tu grato beso
Secundino Pérez